Los pueblos nómadas de las
montañas del Karakorum, en Pakistán, viven una media de diez años más que los
europeos del centro de Europa, una circunstancia que los expertos han
relacionado con su alto consumo de albaricoques. No es ni de lejos su única
virtud. Esta aromática fruta también incrementa las defensas, mejora el ánimo y
aumenta la concentración.
Esta fruta de primavera, de piel
lisa y aterciopelada, es la aliada perfecta de todas aquellas personas que
sufren dermatitis. Pocas frutas superan en betacarotenos al albaricoque. Por
eso protege de forma formidable la piel del sol, al tiempo que ayuda a intensificar
el bronceado. Además, el albaricoque contiene el trío de vitaminas A, C y E,
motivo por el que contribuye a retrasar la aparición de arrugas.
Debido a su riqueza en vitaminas
del grupo B y en calcio, el albaricoque se recomienda en casos de debilidad
física y mental, inapetencia, nerviosismo, insomnio y estados depresivos.
A fin de aprovechar su aporte en
vitamina C y ácido fólico –ambas vitaminas fortalecen el sistema inmunitario-,
es mejor que se consuman sin pelar después de lavarlas a fondo con agua
caliente y fría.
Todo depende de si se consume
fresco o seco, el albaricoque fresco es astringente, mientras que el desecado
resulta algo laxante. Ten en cuenta este detalle en caso de estreñimiento o de
diarrea. El albaricoque no madura después de ser arrancado del árbol.
Estará en su punto de sazón ideal
cuando al presionar el fruto suavemente, se aprecie una consistencia blanda. No
dejes que tu hijo juegue con el hueso de albaricoque, en su interior contiene
compuestos tóxicos perjudiciales.
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